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[ARCHIVO] Tragedia de Antuco: «Mayor Cereceda era el más incapacitado para estar a cargo de la marcha» PAÍS

[ARCHIVO] Tragedia de Antuco: «Mayor Cereceda era el más incapacitado para estar a cargo de la marcha»

La siguiente nota fue publicada el 25 enero de 2006 en El Mostrador. Hoy la recordamos a propósito de que el pasado 18 de mayo se cumplieron 13 años de la tragedia de Antuco, donde 45 miembros de un batallón de conscriptos, que hacían su Servicio militar en el Ejército de Chile, fallecieron a causa del viento blanco en medio de una marcha de entrenamiento en los faldeos del volcán.


La presidenta de la Agrupación de Familiares de las Víctimas de Antuco, Ángelica Monares, observó con »rabia» cómo los oficiales del Ejército se responsabilizaban mutuamente de la muerte de 45 soldados en la cordillera de la Octava Región. »Ninguno quiere asumir como hombre», reclama la hermana del único efectivo profesional de la institución fallecido.

Angélica Monares es hermana del único suboficial del Ejército que falleció en la llamada tragedia de Antuco, junto a otros 44 soldados conscriptos. Se trata del sargento Luis Monares, que tenía 44 años y había dedicado 23 al Ejército, donde se desempeñaba como el «sargento ranchero», ya que tenía a su cargo la preparación de la comida para los conscriptos.

Según relata, su hermano en incontables ocasiones había realizado la marcha por las faldas de la cordillera de la Octava Región, pero nunca bajo las condiciones en las que se realizó el 18 de mayo de 2005 y que provocó la mayor tragedia del Ejército en tiempos de paz.

«Veo su foto, veo a sus hijos con valores y por ese ejemplo voy a seguir hasta el final, porque tengo la certeza de que es la primera vez en mi vida que estoy defendiendo algo que vale la pena», afirmó Angélica Monares, que preside la Agrupación de Familiares de Víctimas de Antuco junto a las madres de los soldados fallecidos.

El martes, durante la etapa probatoria del proceso judicial, tuvo la posibilidad de ver nuevamente al mayor (R) Patricio Cereceda, sindicado como el principal responsable de la tragedia, al haber dado la orden de marchar, pese a las adversas condiciones climatológicas.

– ¿Qué opinión tiene del mayor en retiro Patricio Cereceda?

– Es un hombre que no asume la responsabilidad del tremendo desastre en el que está metido. No asume, porque sigue encarando en su defensa que el clima era apropiado para salir a la marcha, que la ropa era la adecuada, que el calzado era el apropiado… No sé si él quiere defenderse con esos argumentos tan torpes y tontos.

-¿Cuáles fueron sus sentimientos al encontrarse con el mayor en la audiencia?

– Rabia, mucha rabia. Pensar que él tuvo la vida de 45 personas en sus manos y se tira la cuerda con (Luis) Pineda diciendo: que yo pedí que los bajaran, que no lo pediste, que quién tuvo más o menos responsabilidad.

– ¿Qué impresión le dejaron sus declaraciones?

– Me dio la impresión que era ver a un «pollito», que no sabía qué responder, ni qué hacer. Me quedó absolutamente claro que Cereceda era la persona más incapacitada para haber estado a cargo de la gente en Los Barros.

Él es un hombre, y no solamente él, que a toda costa quiere salvarse. Fue una suerte de puñaladas: Cereceda apuñala a Pineda, Pineda a Cereceda y Mercado, todo tras un afán de sacarse en la responsabilidad de uno a costa del otro, y ninguno asumir como hombre el desastre que se mandaron.

– Y respecto a las declaraciones de Luis Pineda, jefe de la plana mayor del regimiento, ¿qué piensa?

– Cuando lo interrogan, Pineda termina echándose al bolsillo al fiscal (Juan Arab). No fue un interrogatorio, porque todos escuchamos un monólogo y en ocasiones decía, perdón que no he terminado de hablar… y seguía.

-¿Cómo fue el encuentro con Pineda?

– En la audiencia pudimos encararlo para preguntarle por qué nos tuvo hasta las tres de la mañana el día 19 de mayo (un día después de la tragedia) para darnos información. Me respondió que él si habló conmigo, pero jamás Pineda se acercó a nosotros, nunca. Y en el interrogatorio nos saluda, ¿para qué? Para tranquilizar su conciencia. Incluso nos preguntó cómo están. Mal, le respondieron las mamás. Yo creo que no hay ánimo de saludarlo.

– Usted estuvo en los interrogatorios a Cereceda y Pineda. ¿Qué le pareció que en las distintas audiencias se culparan a personas diferentes?

– Poca hombría y poco espíritu militar. Se supone que lo primero que un militar debe tener es valor para enfrentar las cosas. Así como los oficiales son congratulados cuando algo bueno ocurre y lo reciben con tanta entereza, con la misma fortaleza deberían recibir -en esta caso- la otra cara de la moneda.

Pero tratan de sacarle el cuerpo a las responsabilidades, todos sabemos que éstas radican estrictamente en los oficiales que manejaron el asunto desde Los Ángeles, quienes recibieron la orden y los oficiales que no tuvieron pantalones para discrepar en esa misma orden estúpida que dio Cereceda.

– Tras salir de la Corte Marcial ustedes hicieron una marcha pacífica, donde les gritaron que todo lo que hacían era por dinero ¿Qué le diría a la gente que afirma eso?

– Quiero que sepa todo Chile, porque la gente cree que el dolor se compra o se vende, que esto no es una cosa por plata, porque si fuera por plata yo les preguntaría a todas las mamás si de verdad creen que el hijo o el esposo que tienen en su casa vale dos millones 800 mil pesos, que es la indemnización que entregó el Ejército a las madres de los soldados.

Yo soy madre y mis hijos no tienen valor en dinero y mi hermano fallecido tampoco. Por lo tanto, esta pelea, aunque algunos la encuentren indigna, la vamos a dar hasta las últimas consecuencias.

Principales responsables

– ¿Quiénes son su juicio los responsables de la tragedia?

– Cereceda no conocía la zona y no tomó el consejo de nadie. Ése fue su error y, por eso, se murió la gente.

– ¿Es el principal responsable?

– Es uno de los responsables, pero Pineda es, igualmente, responsable como Claudio Gutiérrez, capitán de la compañía Andina, que no sé por qué está acusado sólo de cuasi delito de homicidio y no también como autor de incumplimiento de deberes militares.

Eso es gravísimo para un militar. Él abandonó la compañía Andina se quedó toda una noche en la carpa, dejó a sus soldados a manos de un teniente de 23 años, que no era experto en montaña, y a ese teniente se le mueren 14 hombres. Por eso, considero que los tres principales responsables son ellos.

-¿Cuál considera que es la responsabilidad que tiene el general Rodolfo González, comandante de la III División del Ejército?

– En la declaración Cereceda dice que las ropas eran las adecuadas; luego Pineda dice que el 14 de enero ellos habían enviado un oficio solicitando a la división ropas, artículos de comunicación, implementación de montaña e incluso la alimentación a la división y no la recibieron. Y si no llegó nada, entonces, las responsabilidades son de la División.

¿Y quién está a cargo de la división? El general González y si no es él, precisamente, debería haber alguien que estuvo encargado de recibir el oficio. Me preguntó por qué este afán de sólo sacar a siete hombres, los procesan y resulta que no van a buscar más responsabilidades de las que hay. Sabiendo todos que hay más.

-¿Quiere decir que las responsabilidades tienen que alcanzar al comandante en jefe del Ejército, general Juan Emilio Cheyre?

– Cheyre tiene la responsabilidad de tener la cabeza institucional, porque todos sabemos que el Ejército es piramidal y las órdenes vienen todas desde la cabeza hacia abajo. Por lo tanto, cuando el Ejército tiene estas desgracias las responsabilidades deberían ir desde la cabeza hacia abajo, porque nada se hizo con criterio y nada se supervisó.

– Me gustaría que el Ejército, el alto mando, la III División asumieran sus responsabilidades en el desastre de Antuco y que, de una vez por todas, dijeran que mi hermano, el sargento
Luis Monares fallecido en Antuco, nos dio un ejemplo de hombría y de espíritu militar, porque fue el único que se quedó -por último- a morir con los conscriptos. Eso sanaría un poco mi herida Pero eso el Ejército no lo va a decir, porque eso le duele a las estrellas que tienen en los hombros.

Ahora buscamos que el Ejército limpie y saque a sus malos funcionarios y de una vez por todas asuma que se murieron 45 personas por negligencias del alto mando de la institución.

Día de la tragedia

-¿Cómo recibió la noticia el día de la tragedia?

– De manera muy mala. Nos tuvieron hasta el amanecer en los pasillos de la comandancia y ni siquiera nos miraron. Nos veían y, en buen chileno, «no nos inflaron», ni un poco de sentido común, ni de solidaridad por tratar de atender a esta gente, de responder sus preguntas para que le dolor fuera menor. Había un afán de esconder con mentiras hasta el día de hoy todo lo que ha pasado.

(*) Lea aquí la entrevista original

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