Son los dos ministros más conflictivos del gabinete, eso no es un secreto. La seguidilla de errores, salidas de libreto y eventos desafortunados que ambos han protagonizado durante estos meses, han agotado la paciencia en la derecha y han alimentado los rumores de pasillo en La Moneda y en el Congreso sobre un próximo cambio ministerial. La fecha límite, para unos, sería antes de Fiestas Patrias, mientras que otros en el oficialismo señalan que se daría un plazo de cuatro meses, a fin de hacer una renovación más profunda, que incluya a subsecretarios.
Pareciera que están blindados, pero no es así. Los permanentes errores, salidas desafortunadas de libreto y traspiés políticos de los ministros de Educación, Gerardo Varela, y de Salud, Emilio Santelices, habrían terminado por agotar la línea de crédito de ambos. Más allá de las declaraciones públicas, tras bambalinas en el oficialismo reconocen que ambos secretarios de Estado ya habrían copado su cuota de equivocaciones y los sitúan a la cabeza de la nómina para el primer ajuste de gabinete que haría el Presidente, Sebastián Piñera, antes de Fiestas Patrias.
En las bancadas parlamentarias de la derecha y en las mesas directivas de Chile Vamos confiesan que se les acabó la paciencia con Santelices y Varela, de tener que salir siempre a ponerles piso políticos a sus seguidillas de errores y en todo el oficialismo los critican por considerar que “le hacen daño a la buena gestión del Gobierno”. Ambos son la parte más tecnócrata del gabinete, sin un partido a sus espaldas, pero con un apoyo no menor, que los mantendría sobreviviendo hasta ahora: el respaldo de la primera dama, Cecilia Morel.
Un cuestionamiento interno en el oficialismo que se arrastra hace semanas, pero que se reavivó ayer, después que Varela recomendara hacer bingos en los colegios para ponerles fin a los problemas de infraestructura de una serie de establecimientos educacionales en distintas regiones del país.
El sábado 21, durante el décimo aniversario de la Fundación Enseña Chile, el ministro de Educación dejó atónita a toda su audiencia con una nueva frase para el bronce: “Por qué desde Santiago tengo que ir a arreglar el techo de un gimnasio. Son los riesgos del asistencialismo, la gente no se hace cargo de sus problemas, sino que quiere que el resto lo haga”.
La oposición se fue en picada, pero en la derecha también llovieron las críticas, el «fuego amigo» como se le llama en política. “Estuve buscando una definición del ministro de Educación y le puse ‘catrasca’: cagada tras cagada. Eso es una desubicación. Una vergüenza. Es no entender lo que pasa”, declaró –vía Twitter– el senador Manuel José Ossandón (RN). Una declaración que –según afirmaron en Chile Vamos– solo reflejó el intenso intercambio de opiniones y críticas durante toda la noche del domingo en los chats oficialistas.
El malestar de la derecha era evidente y La Moneda tuvo ayer que descomprimir el clima, al menos por ahora. Tras el habitual comité político de los lunes, en Palacio lograron alinear a sus huestes para respaldar a Varela y así evitar “servirlo en bandeja” a la oposición, para lo cual la Secom habría dado la orden explícita a todo el gabinete de no hacer ningún tipo de comentarios sobre el desafortunado episodio. Más aún si el Mandatario se encontraba fuera del país, en México puntualmente, en la Cumbre de la Alianza del Pacífico que se desarrolla en Puerto Vallarta.
[cita tipo=»destaque»]Sobre Varela y Santelices, en la derecha reconocieron que «teníamos un poco más de expectativas, son dos personas brillantes”, pero que es innegable que ambos han cultivado un perfil complejo, que puede costarles “sumamente caro”.[/cita]
En el diseño se estableció que fuese el propio ministro quien diera explicaciones, bajar la línea y, por ende, “nadie habla antes”. Y así fue. Varela pidió disculpas por la forma, pero no por el fondo: “Lamento el ejemplo que usé”. Al pie de la letra siguieron el guión en la derecha. Así, horas más tarde, mientras Ossandón cruzaba en silencio el patio de Los Naranjos, la presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, y su par de Renovación Nacional, Mario Desbordes, aseguraban públicamente que las palabras de Varela fueron un “evidente error de forma, pero no de fondo”, aunque –acotó el timonel RN– «esperamos que no se repita”.
El oficialismo así blindó al ministro ante la lluvia de críticas de la oposición, misma táctica utilizada tras el estallido –hace menos de diez días– del caso del conflicto de intereses del ministro Santelices con la empresa Sonda, que presta servicios a establecimientos relacionados con el Minsal. Pero eso es a nivel público, porque sobre la mesa está el ultimátum que dio el Presidente Piñera a su gabinete tras cumplir los primeros cien días de Gobierno, cuando recalcó que la fase de la instalación se había cerrado y que “los errores se habían acabado”, letra que hoy parece estar muerta.
La vocera de Palacio, Cecilia Pérez, dijo ayer, sobre la situación de los dos ministros, que respecto a “Santelices ya se refirió y está absolutamente aclarado, y en el caso del ministro de Educación, que más allá de un ejemplo que quizás no es el correcto, lo importante es la reflexión de fondo”.
Pero una parte no menor del oficialismo considera que la palabra comprometida por el Jefe de Estado se debe ejercer y que, por lo mismo, pensar en un posible cambio de gabinete “no parece tan descabellado”, reconocieron cercanos al Ejecutivo. Tras el destape del conflicto entre Santelices y Sonda aumentaron los rumores de una posible renovación ministerial antes del 18 de septiembre, lo que tomó más fuerza ahora –confesaron en los pasillos de La Moneda y a nivel parlamentario– con el episodio de Varela, sumándolo a la lista de los integrantes del Gobierno que no pasarían agosto .
Algunos en el oficialismo afirman que dicho ajuste ministerial no se realizaría antes de cuatro meses y que debería contemplar también modificaciones en el elenco de subsecretarios que no hayan logrado generar un vínculo efectivo con sus ministros, para así evitar personalizar la decisión presidencial en los dos secretarios de Estado más conflictivos del gabinete.
Sobre Varela y Santelices, en la derecha reconocieron que «teníamos un poco más de expectativas, son dos personas brillantes”, pero que es innegable que ambos han cultivado un perfil complejo, que puede costarles “sumamente caro”.
Entre las principales defensas a la labor de Varela, han recalcado que las cosas al interior del Mineduc funcionan, como lo destacó Desbordes, quien puso el ejemplo en la dupla que realizaba el ministro con el subsecretario Raúl Figueroa. Lo que en la práctica no sería tan cierto, ya que fuentes de dicha cartera han indicado que el verdadero conductor en las sombras de esa repartición y que la mantendría a flote es Figueroa.
Desde las comisiones de Educación de la Cámara Baja y el Senado señalaron que se sigue evidenciando que el ministro no maneja bien los temas de su cartera. Recalcan que la discusión sobre el sistema de admisión y el retraso en la Región Metropolitana “él debió haber liderado”, pero fue llevada adelante por Figueroa. Es más, agregaron que en cada sesión en la Cámara de Diputados se le pregunta al subsecretario por las últimas salidas de libreto de Varela y que siempre debe poner la cara por ello.
Figueroa ha sido la principal contraparte en la Comisión Investigadora del CAE y en la discusión de la Ley Miscelánea, que abarca carrera docente, directiva, cierre de colegios, “todo sobre educación escolar”. En cuanto a las discusiones en el Senado y el debate respecto al nuevo sistema unificado de créditos, que reemplazará al Crédito con Aval del Estado (CAE) y al Fondo Solidario, también han sido encabezados por el subsecretario.
Desde el oficialismo reconocieron que esto responde a un blindaje hacia el ministro, una especie de “control de daños” ante las salidas de libreto de Varela. De esta forma, se está utilizando el mismo modus operandi que se aplicó para descomprimir el conflicto estudiantil feminista y la solicitud de una educación no sexista: sacar al titular del Mineduc de la primera fila.
Un blindaje que se extiende a las apariciones en la prensa y la asistencia de Varela a eventos en donde los periodistas puedan interceptarlo con preguntas más técnicas.
Cabe recordar que desde el oficialismo han reconocido que la carta original para liderar la cartera de Educación era Figueroa, pero que la decisión habría cambiado y se habría optado por una figura que tuviera mayor “muñeca negociadora” y que esa fue la apuesta con Varela, quien en esos momentos trabajaba para la Pontificia Universidad Católica. Una expectativa que no se estaría cumpliendo.
El caso del ministro de Salud sería distinto. El médico habría acusado recibo nota de la lluvia de críticas a su administración y también tomó cartas en el asunto, por lo que reajustó su equipo asesor, “pasando a uno más político”, lo que le habría entregado algo de piso para contener las críticas al interior de Chile Vamos.
Dichos ajustes no habrían contenido el último foco de conflicto que enfrentó con las acciones que, a través de una corredora de bolsa, tenía con la empresa Sonda, la misma que presta servicios en recintos vinculados al Minsal. Si bien Santelices salió a desmentir el evidente conflicto de intereses, fuentes al interior de su propia cartera señalaron que el caso siempre estuvo en conocimiento del equipo y no fue previsto.
En dicha ocasión, el ministro se excusó argumentando que “las acciones corresponden al 0.00039 de lo que significa esa propiedad (Sonda), fueron compradas en julio de 2017 por la corredora y cuando me entero de esta situación, ahora hace dos días, hice que se vendieran el mismo día de ayer y por consiguiente no existe ningún conflicto de interés”.
Pero el episodio habría causado molestia en La Moneda, ya que Santelices se habría llevado un reto directo del propio Presidente Piñera, como hace un tiempo le tocó a Varela, ocasión en que la reprimenda cruzó las paredes de la oficina presidencial debido al alto volumen de la discusión.
Uno de los momentos más complejos y peor evaluados que ha tenido Santelices fue cuando entregó cifras erradas respecto del número de contagiados de VIH en el país. “Esto escapa a todas las cifras de contagio de los países de Latinoamérica e, incluso, de África. Toda vez que entendemos que 45 mil personas estaban contagiadas con VIH, pero en esta nueva estimación proyectamos que son 100 mil”, fueron sus polémicas palabras. Fue contrarrestado por el representante en Chile de ONUSIDA, Carlos Passarelli, quien –en conversación con El Mostrador– señaló que las cifras entregados por el titular de Salud fueron «muy exageradas», ya que Chile «es uno de los países que ofrece más tratamientos a las personas».
En sectores de Evópoli, RN y la UDI aseguran que el ministro se ha fortalecido en el trabajo de fondo, aunque confiesan que “no sabe tomar la temperatura del momento”, pero le reconocen el esfuerzo por mejorar la comunicación con el sector y con los parlamentarios.
A pesar de sus esfuerzos, el soporte político del ministro de Salud estaría prácticamente agotado. Dentro de los partidos de Chile Vamos no estarían dispuestos a seguir cargando con los costos políticos de tener a un “desconocido” a cargo de una cartera con tanta visibilidad y el pecado original tecnócrata pesaría lo suficiente para ser uno de los ministros que no logre pasar agosto.