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Te Deum al rojo vivo: nadie quiere ver a Ezzati PAÍS

Te Deum al rojo vivo: nadie quiere ver a Ezzati

Alejandra Carmona López
Por : Alejandra Carmona López Co-autora del libro “El negocio del agua. Cómo Chile se convirtió en tierra seca”. Docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
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En la última visita de Scicluna y Bertomeu a Chile, en junio pasado, los religiosos abrieron carpetas detalladas con los representantes de cada una de las diócesis, entre los que también se encuentra el arzobispo de Santiago. En Roma están al tanto de cada aspecto de su situación, como, por ejemplo, la declaración que enfrentará en calidad de imputado ante el fiscal Emiliano Arias el próximo 21 de agosto. Es por esto que, al interior de la Iglesia católica, pocos creen que Ricardo Ezzati sea la mejor figura para liderar el próximo Te Deum ecuménico que, además, dejará una imagen para el mundo: la funa segura de los laicos que no van a dejar de seguir sus pasos.


A las 11 de la mañana de este viernes, la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos se reunirá con la vocera de Gobierno, Cecilia Pérez, en La Moneda. El grupo no se lo esperaba, pues solo tenían intenciones de entregar una carta esta mañana; sin embargo, cuando ya habían hecho correr la noticia por los medios de comunicación, recibieron una llamada desde Palacio que cambió el panorama: no tendrían que pasar solo por la Oficina de Partes, sino que el Gobierno haría de este hecho una instancia de mayor reconocimiento.

“Es que están todos expectantes por el clima que se genere de aquí hasta el Te Deum”, explica uno de los laicos tras el escrito que, básicamente, pedirá que se cree una comisión de rango presidencial para tomar acciones ante los abusos cometidos por religiosos.

A días del hito litúrgico, el arzobispo de Santiago Ricardo Ezzati se ha convertido en una piedra en el zapato difícil de sacudir, pero sobre todo dentro de la misma Iglesia católica.

Entre distintas fuentes de la institución es obvio que la presencia del sacerdote generará urticaria: no solo es el líder de una Iglesia que ha sido cuestionada en el mundo entero. Sus palabras y comportamientos han estado alejados de las víctimas. Está profundamente renunciado: por su edad y nuevamente ante el Papa Francisco, cuando el Pontífice hizo el llamado de atención en Roma a todos los obispos. Y, además, está citado a declarar en calidad de imputado ante el fiscal Emiliano Arias el próximo 21 de agosto, por su eventual participación como encubridor.

[cita tipo=»destaque»] Las funas en el templo Votivo de Maipú y la última –hace una semana en la Catedral de Santiago y solo un día después de conocerse la citación del fiscal Arias– deja a la jerarquía eclesiástica inerme frente al poder del laicado, que se ha organizado a tal nivel que mantienen una relación directa y cercana con Charles Scicluna y Jordi Bertomeu, los enviados papales para desentrañar el minuto por el que atreviesa la Iglesia en el país. Las «funas» han sido duras, sorpresivas y han logrado infundir temor en la jerarquía católica, según comentan fuentes de la institución. En la última manifestación de la Catedral, los laicos desenfundaron sin miedo largos carteles que pedían la salida de Ezzati, pero también de todos los «encubridores» de pedófilos y abusadores.[/cita]

“Es obvio que debería dar un paso al costado”, comentan en la Iglesia, o al menos, «no liderar la liturgia» de ese día. «Aunque Roma aun no tome ninguna decisión con respecto a él, debería entender que su presencia en el Te Deum solo podría hacer más daño», señala un sacerdote. Con el nivel sísmico que ha vivido la iglesia, pocos quieren ver a Ezzati en un acto republicano.

Y su ausencia, es un tema que solo podría resolver el propio Ezzati, pues es resorte del arzobispo de Santiago decidir abstenerse de ceremonia como éstas o designar un reemplazante. En ese caso, lo más probable es que asumiera en su lugar algún obispo auxiliar como Cristián Roncagliolo o el presidente de la Conferencia Episcopal, Santiago Silva. Es un asunto que aun no se ha tratado en la Asamblea Plenaria que reúne a los obispos en Punta de Tralca -donde la discusión se ha concentrado más en sus actuaciones frente a los abusos- pero que que también podría ser un tema, sobre todo al finalizar la cita el próximo viernes.

El mayor temor que cruza al clero es el descalabro que provoca Ezzati como figura. Los grupos de laicos organizados no van a dar pie atrás y van a seguir al arzobispo donde vaya para hacerle sentir que no quieren más su presencia en la Iglesia católica chilena y eso, al interior del arzobispado, es una imagen que se parece al infierno.

Las funas en el templo Votivo de Maipú y la última –hace una semana en la Catedral de Santiago y solo un día después de conocerse la citación del fiscal Arias– deja a la jerarquía eclesiástica inerme frente al poder del laicado, que se ha organizado a tal nivel que mantienen una relación directa y cercana con Charles Scicluna y Jordi Bertomeu, los enviados papales para desentrañar el minuto por el que atreviesa la Iglesia en el país. Las «funas» han sido duras, sorpresivas y han logrado infundir temor en la jerarquía católica, según comentan fuentes de la institución. En la última manifestación de la Catedral, los laicos desenfundaron sin miedo largos carteles que pedían la salida de Ezzati, pero también de todos los «encubridores» de pedófilos y abusadores.

La ubicuidad de Scicluna

En Santiago pocos saben lo que decidirá Roma, ya que en Chile se espera hace semanas la salida de Ezzati, la que aún no se ha concretado porque no existen reemplazantes que puedan ocupar Santiago. Eso sí, una cosa es clara: el Papa sigue con lupa lo que sucede en el episcopado chileno y, en ese grupo, Ezzati tiene un foco con doble potencia sobre su figura.

En la última visita de Scicluna y Bertomeu a Chile, en junio pasado, los religiosos abrieron carpetas detalladas con los obispos de cada una de las diócesis. Allí se concentra un seguimiento a su actuar en casos de abusos y en los caminos que han seguido. En Roma están al tanto de cada uno de los remezones de los casos en Chile, como, por ejemplo, la próxima declaración de Ezzati ante Arias, una información que también podría estar oficialmente en la Nunciatura y que podría significar, eventualmente, una investigación canónica para el arzobispo de Santiago.

A pesar de que Chile está lejos de ser el escenario de abusos masivos que se conocen en países como Canadá o Estados Unidos, existe una deferencia especial, según señalan fuentes de la Iglesia, y que explica tanta atención con el clero de este país: la cercanía cultural del Papa con Chile y también la posibilidad de poder intervenir de manera más profunda, ya que el episcopado no cuenta con cientos de obispos como en otras naciones, sino que con poco más de 30. Es más simple escanear, hacer un análisis crítico, reemplazar, renovar y dar una señal potente en casos de abusos sexuales y establecer un hito en la administración de Francisco.

Si es o no Ezzati quien celebre el Te Deum, no es un tema que se haya conversado aún en el comité político de Piñera; sin embargo, el que sea Cecilia Pérez quien reciba a los sobrevivientes de abusos, es una señal que no deja indiferentes a las víctimas.

Eneas Espinoza, uno de los sobrevivientes del llamado caso «Maristas», dice que la deferencia del Gobierno al querer recibirlos sin pasar por la Oficina de Partes, se debe a que, como ya todos entienden que «el encubrimiento partió desde las más altas esferas, la red de sobrevivientes es una pieza clave para reconstruir la confianza en las instituciones y se pueda hacer justicia».

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