Publicidad
La ingobernable Pamela, el dolor de cabeza del Frente Amplio PAÍS

La ingobernable Pamela, el dolor de cabeza del Frente Amplio

Desde el principio hubo dudas sobre su lugar en el conglomerado y hoy la ex opinóloga de farándula es un problema a la hora de generar acuerdos, por su visión «de la política como espectáculo más que como construcción colectiva». Está distanciada de los líderes de la coalición, corre sola pero con un alto potencial de votos en los sectores que representa y que, según algunos en su entorno, la podría perfilar para intentar llegar a la papeleta presidencial del 2021.


“Mi estilo se impone solo”, decía Pamela Jiles a El Mostrador en enero del año pasado, a meses de asumir como diputada del Partido Humanista (PH), colectividad que integra el Frente Amplio (FA). En ese momento posaba sonriente junto a otras flamantes parlamentarias del FA, pero eso quedó en el pasado, porque su forma de hacer política no solo genera ruido al interior de la coalición sino también roces, problemas y dolores de cabeza. Es más, de las sonrisas de hace un año queda poco y nada.

El último episodio en que Jiles concentró no solo miradas sino además críticas políticas, fue la votación en Sala para definir la presidencia de la Cámara de Diputados por la que compitieron Jaime Bellolio (UDI) e Iván Flores (DC), el candidato que –según un acuerdo político– sería apoyado por el FA en una muestra de unidad al interior de la oposición. Pero en la práctica no fue así. En la primera votación, Bellolio ganó con 73 votos contra los 71 de Flores y solo tras una serie de acuerdos de pasillo en el Congreso, el diputado DC  se impuso en una segunda votación por 81 votos. Pocos dudan en el FA que Jiles estuvo entre quienes apoyaron a Bellolio, aunque la diputada señaló a la prensa que ella se abstuvo en ambas votaciones. Días antes, el diputado de la UDI le hizo saber a sus cercanos que había conseguido apoyos en el FA.

Para parte de la bancada del FA, la abstención de Jiles fue un acto político, un gallito con quienes –principalmente desde RD– lideraron el acuerdo con la falange para asegurar las presidencias de las comisiones. Es más, junto con otros cuatro diputados que también se abstuvieron, Felix González, Flor Motuda, Renato Garín y Tomás Hirsch, proclamó que desde el 22 de marzo conformarían la “bancada de la dignidad”. Con ese gesto, la diputada habría separado las aguas entre aquellos que «se hicieron parte de los políticos tradicionales del Congreso y aquellos que mantienen la impugnación a la vieja política».

Es más, en el Congreso recordaron que durante el verano la diputada advirtió que “algo pasaría” con Gabriel Silber y su postulación a la presidencia de la Cámara. Un rumor que circulaba en el Congreso desde diciembre de 2018. Luego, cuando se recibió la carta acusando al diputado democratacristiano de violencia contra su esposa Cristina Orellana, muchos recordaron las palabras de Jiles y apuntaron a ella como una posible gestora de la operación, aunque luego esto fue desestimado. 

Fuego amigo

Al día siguiente de la votación por la testera de la Cámara, ninguno de los miembros del «Grupo de los 15″ –el resto de los parlamentarios que sí votaron alineados con el acuerdo opositor–se sentó en el comedor que habitualmente comparten a la hora de almuerzo. El ambiente estaba tenso, sobre todo con las declaraciones de la diputada Jiles, que aseguró que quienes votaron por Flores se habían “vendido por migajas”.

[cita tipo=»destaque»]Cercanos al conglomerado afirmaron que su relación es buena con las parlamentarias del FA que no pertenecen a la elite política o socioeconómica, como Camila Rojas, Claudia Mix, Natalia Castillo o Gael Yeomans, al menos «no hay enfrentamientos tan directos». «Ella detesta a todos los políticos que vengan de la elite, especialmente concertacionista”, relató una dirigenta del FA. Otros escuchan con descrédito ese juicio, sabiendo que ella proviene de una familia rica y aristocrática, y que incluso la diputada recibió durante mucho tiempo rentas de la empresa textil fundada por su bisabuelo, Blas Caffarena.[/cita] 

“Tiene un estilo demasiado personalista. No le importa el colectivo, es ingobernable. Yo diría que hasta Tomás Hirsch está cansado”, contó un parlamentario del Frente Amplio.

El jefe de la bancada RD, Pablo Vidal, manifestó que “no voy a volver a aceptar que se falte el respeto a mi partido de esa forma”. Es que el diputado es uno de los que «ha sufrido» la oscilación política de Jiles, como cuando la diputada defendió a la alcaldesa de Maipú, Cathy Barriga, luego que la Contraloría General la sancionara por mal uso de un auto fiscal, a partir de una denuncia que había presentado el propio Vidal.

El jueves, en un debate en CNN, se enfrentó a Bellolio por el polémico proyecto del Gobierno sobre control de identidad, acerca del cual Jiles aseguró que votará en contra. “El problema es que con ella nunca se sabe. En muchas ocasiones vota alineada, pero no se puede confiar, se ufana de ser díscola”, acotó otro parlamentario del FA.

En rigor, la relación de Jiles con el Frente Amplio no empezó de manera tan transparente. Al momento de negociar los cupos de los candidatos a parlamentarios para las elecciones de 2017, el Partido Humanista tenía derecho a algunos cupos y «sacó a Pamela Jiles como un as bajo la manga sin consultarlo con nadie”, contó un testigo de la negociación. A quienes formaron el FA les molestó que la periodista de farándula no tuviera una historia dentro del conglomerado y solo fuera elegida por tratarse de una figura de la televisión que, por esa razón, tenía potencial para conseguir votos.

La cercanía de Pamela Jiles con el PH viene desde que participó en la franja electoral de Tomás Hirsch en 2005. En 2009, fue candidata a diputada en el distrito 45 de la Octava Región por la coalición “Chile Limpio, Vote Feliz” que formaban el PRI y el Partido Ecologista Verde. Obtuvo 11 mil votos que, con el binominal vigente entonces, no le alcanzaron para llegar al Congreso.

Es parte del nicho gobernante en el Partido Humanista, que hoy es presidido por Catalina Valenzuela, un bloque que es denominado como «la segunda ola» de militantes, ya que no son parte del grupo original.

La cuica flaite

A pesar de las dudas que generó cuando obtuvo el cupo para competir en 2017, siempre se respetó su historia ligada a la izquierda. Hija del ingeniero comunista Juan Jiles Caffarena, por lo tanto nieta de la emblemática sufragista Elena Caffarena, en la dictadura fue detenida y torturada cuando sólo tenía 17 años. Trabajó en los medios de oposición a Pinochet, como la revista Solidaridad de la Vicaría de la Solidaridad, el diario Fortín Mapocho y la revista Análisis. En democracia, transición que siempre ha criticado refiriéndose a Patricio Aylwin como “Judas”, trabajó en varios programas de TVN desde 1989 hasta el 2002, año en que fue despedida justo cuando Pablo Piñera era el director ejecutivo del canal, el que le pagó una sustanciosa indemnización, un 10% más alta de lo que le correspondía por sus 11 años de trabajo.

Unos años después de ese episodio, hizo un cambio radical y se convirtió en pionera de la opinología de farándula como parte del panel de «Sálvese Quien Pueda» (SQP), la franquicia televisiva que inventó el empresario de derecha Rodrigo Danús, mientras Chilevisión era propiedad del actual Presidente, Sebastián Piñera. Fue en ese formato que Jiles encontró su nuevo lugar en la TV, como “la abuela” de la farándula y de varias generaciones que se criaron viéndola en la caja chica. Esas eran sus credenciales el 2017 cuando sacó 44 mil votos en las elecciones y se convirtió en la tercera mayoría en el distrito, después de la RN Ximena Ossandón y la PC Camila Vallejo.

Tras unos meses en su escaño parlamentario, protagonizó un incidente en el que golpeó en pleno hemiciclo al diputado UDI Ignacio Urrutia, por burlarse de las personas que reciben una pensión por haber sido torturadas en dictadura. La Comisión de Ética la sancionó con dos votos de diputados del Frente Amplio, Garín  y Vlado Mirosevic.

En ese momento, Jiles apuntó sus críticas contra ellos, pero también contra “el nuevo partido del orden” del FA o los llamados «príncipes»: los diputados Miguel Crispi (RD), Gabriel Boric (MA) y Giorgio Jackson (RD), de quienes ha dicho que están más preocupados de “agradar a Blumel, a Piñera, a Izikson de Cadem”. Esa fue la última entrevista política que dio, hace seis meses, hasta el episodio de la votación por la mesa de la Cámara, cuando aceptó ir a CNN con el periodista Daniel Matamala.

Con Boric la buena relación duró un poco más. Juntos decidieron participar en la mesa de infancia convocada por el Gobierno, pero pronto Jiles se lanzó contra el diputado por Magallanes. En octubre publicó nada menos que un “decálogo de la decencia” para fustigarlo a él y su par, Maite Orsini, por reunirse con el ex frentista Ricardo Palma Salamanca, en París. Desde entonces, las relaciones están cortadas con ambos parlamentarios.

Cercanos al conglomerado afirmaron que su relación es buena con las parlamentarias del FA que no pertenecen a la elite política o socioeconómica, como Camila Rojas, Claudia Mix, Natalia Castillo o Gael Yeomans, al menos «no hay enfrentamientos tan directos». «Ella detesta a todos los políticos que vengan de la elite, especialmente concertacionista”, relató una dirigenta del FA. Otros escuchan con descrédito ese juicio, sabiendo que ella proviene de una familia rica y aristocrática, y que incluso la propia diputada recibió durante mucho tiempo rentas de la empresa textil fundada por su bisabuelo, Blas Caffarena. 

Su diseño de prensa es bien particular. Aparte de estas excepciones, no habla con la prensa, solo en la Cámara de Diputados y todos los requerimientos pasan por su asesor, Pablo Maltés, que es su pareja y asesor político-comunicacional, uno de sus más fieles colaboradores y quien revisa, paso a paso, cada uno de los movimientos que da el equipo de la diputada. Maltés en el corto plazo podría ser candidato a alcalde de La Florida, así ha manifestado a sus cercanos.

Hasta ahora, los temas en los que Jiles se involucra con notoriedad siguen siendo los mismos de su campaña. Infancia vulnerable (adoptó a dos niños que vivían en un hogar del Sename), diversidad sexual (es madre de Gastón Muñoz, transexual y uno de los curadores de arte emergentes del circuito local) y prevención de la violencia contra la mujer

La amenaza a Beatriz

Pamela Jiles corre sola. En Puente Alto y La Florida, bastiones importantes de votantes de clase media y baja, es toda una figura, especialmente por el intenso trabajo territorial que despliega en juntas de vecinos y espacios comunitarios, lo que se suma a su pasado como rostro de televisión y personaje en las redes sociales, donde los usuarios la reconocen como la «Abuela”. Este escenario le da un potencial de votos no menor, aunque algunos dirigentes le han advertido que ese caudal de sufragios es hipotético, porque el FA no tiene un aparato de encuestas o sondeos de opinión.

Igual, su alto reconocimiento por parte de los votantes ha encendido algunas alarmas frente a una eventual primaria con Beatriz Sánchez. Por eso, la ex candidata presidencial volvería a irrumpir en la opinión pública en las próximas semanas para recuperar terreno. Según sondeos informales, Jiles llega con fuerza a los millennials  y centennials, jóvenes nacidos entre el 85 y 2005 que ya están habilitados para votar.

A pesar de ese arrastre que aparentemente tiene Jiles, a muchos en el Frente Amplio les cuesta asumir que “alguien que ve la política como un espectáculo personalista, más que un espacio de construcción colectiva, pueda competir por la Presidencia”, afirmó un dirigente de la coalición. 

La principal preocupación al interior del frenteamplismo es cómo lograr que el capital político de la «Abuela» sea para el conglomerado, ya que los estudios electorales de sus votaciones demostraron que tiene un «evidente voto cruzado» y que puede llegar a sacar sufragios «hasta de Kast», según destacó un ex colaborador suyo. Una transversalidad que va más allá del clivaje «izquierda-derecha», característica que habría ido perdiendo Beatriz Sánchez durante la campaña de 2017.

El protagonismo de Jiles es para muchos un problema y, al ser consultados qué harían ante una campaña presidencial de la periodista de farándula, muchos bromean con retirarse del bloque antes de que eso suceda. Pero hay otros a los que la idea no les parece mal, al punto que ya tendría un grupo –además del PH– que la respaldaría en su posible aventura para intentar competir para llegar a La Moneda: los Ecologistas, el Movimiento Democrático Popular (MDP) e Igualdad.

Publicidad

Tendencias