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Las dos caras de la derecha: policía bueno y policía malo PAÍS Créditos: Agencia Uno

Las dos caras de la derecha: policía bueno y policía malo

Rodrigo Córdova
Por : Rodrigo Córdova Periodista en El Mostrador
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Tras la elección del 7 de mayo y la arremetida del Partido Republicano en el espectro político, los discursos de las derechas necesitaron diversificarse. En el Consejo Constitucional, en donde la mayoría republicana aún genera dudas respecto a su capacidad de crear un texto basado en acuerdos, sus representantes han tenido que moderar el discurso e, incluso, cuidar sus apariciones en la prensa para no revelar una posición más extrema. En el Congreso, en cambio, la derecha se ha mostrado más dura y le deja menos margen al Ejecutivo. Si bien se trata de un desempeño natural de ambos marcos políticos, detrás –advierten analistas– existe una clara estrategia electoral.


La oposición hoy transita entre dos discursos muy marcados. Por un lado, en el proceso constituyente, el Partido Republicano –el más conservador del espectro– brega por los acuerdos y afirma que busca trabajar por una Carta Magna que sea “un punto de encuentro”, como dijo la presidenta del Consejo Constitucional, Beatriz Hevia. Por otro lado, en el Congreso, la derecha ha mostrado su cara menos dialogante y se despliega duramente para criticar al Gobierno. Lo más reciente, los ultimátums de Republicanos al Ejecutivo para sacar al ahora exsubsecretario de Redes Asistenciales, Fernando Araos, dentro del plazo dado por ellos. Algo apoyado, por supuesto, por la oposición entera, bajo la advertencia de dar curso a una acusación constitucional en contra de la ministra de Salud, Ximena Aguilera.

Diversos analistas entregan sus perspectivas respecto a los discursos que emanan de la derecha y explican que la diferencia radica en el rol que juegan los sectores en los distintos espacios. Mientras en el Congreso cumplen el rol de la oposición y, ante el éxito republicano, endurecieron su discurso, en el Consejo Constitucional son los principales responsables del éxito del proceso. Es por eso que las diferencias son tan explícitas. 

Por ejemplo, el jefe de bancada de los diputados del Partido Republicano, Benjamín Moreno, ante la no renuncia de Araos, fue el que presentó el ultimátum de su colectividad al Gobierno. En la declaración pública, le dieron un plazo de 24 horas al Ejecutivo para remover a Araos, en caso contrario, presentarían una acusación constitucional en contra de la titular de Salud. 

Dicho y hecho. El plazo se cumplió y confirmaron que presentarían la acusación. El diputado Moreno advirtió que “la responsabilidad de esta bancada, la responsabilidad de este Congreso, es hacer la pega que el Presidente de la República no ha sido capaz de hacer, que es remover a estos equipos que hoy en día, más que brindarle salud y seguridad a las personas, se están convirtiendo en un verdadero peligro para la salud de los chilenos”.

En contraste, la presidenta del Consejo Constitucional, también republicana, ha tenido que sostener un discurso de acuerdos y mesurado. Como, por ejemplo, en las palabras de apertura que pronunció tras ser electa como la líder del proceso constituyente, donde, aunque tuvo tintes conservadores –como referirse a la “crisis moral” o encomendar el trabajo a dios–, sí apuntó al terreno de los acuerdos: “Estoy convencida de que, más allá de nuestras diferencias, si ponemos a las personas y a Chile por delante y actuamos con seriedad, este proceso puede ser exitoso”, expresó Hevia. También, sobre el anteproyecto expresó que, si bien era un insumo, “no es un punto final, sino que todo lo contrario. Es un punto de partida para que llegue a ser un punto de encuentro”, añadió.

Fuentes al interior de Chile Vamos han explicado que hay un endurecimiento del discurso luego de los comicios del 7 de mayo, dado que perdieron electorado ante la postura más radical del Partido Republicano, que consiguió más votos. Desde esa fecha, se han dado seguidos y duros emplazamientos desde la oposición en contra del Gobierno. 

Por ejemplo, luego de que la titular de la cartera del Trabajo le pidiera la renuncia al entonces subsecretario Christian Larraín, la bancada de diputados de la UDI entregó una carta en la que advirtió que “no seguiremos reconociendo a la ministra del Trabajo, Jeannette Jara, como una interlocutora válida en la discusión de la reforma de pensiones, congelando cualquier tipo de conversación y/o avance que pudiera existir”. El jefe de la bancada RN en la Cámara, en tanto, calificó la solicitud de renuncia como “purga estalinista”. 

Los diputados Cristian Labbé y Cristhian Moreira, ambos de la UDI, llegaron a La Moneda para que el Gobierno explicara las razones de la aparición de 94 mil empleados públicos en el último año. Sin embargo, los datos recogidos por el INE fueron aclarados por la misma institución y acusaron un error de interpretación de los números. Además, el propio ministro de Hacienda, Mario Marcel, explicó el error de los diputados gremialistas y entregó las cifras correspondientes. 

Previo a la segunda Cuenta Pública del Presidente Gabriel Boric, Chile Vamos anunció una interpelación en contra del ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, por una supuesta guía de sexualidad que circulaba en cursos de kínder, en que se invitaba a los alumnos a tener actividades con masajes entre compañeros y expresar sus emociones al respecto. Diputadas socialcristianas redoblaron la apuesta y anunciaron una acusación constitucional en contra del ministro Ávila por “vulnerar el derecho preferente de los padres a educar a sus hijos” y el resto de la oposición se subió a ese carro. 

El jefe de la cartera de Educación explicó que el documento al cual se hacía referencia correspondía a uno del 2017 y que fue él mismo quien lo retiró de circulación. Sin embargo, la oposición sostuvo la idea de acusar al ministro sumando argumentos de seguridad, deserción escolar y problemas de gestión. Incluso, el diputado Frank Sauerbaum (RN) reveló a Radio Cooperativa que tienen antecedentes de usos fraudulentos de recursos públicos. 

Ahora, han hecho un llamado de atención al Gobierno por reunirse con gremios empresariales para avanzar en el nuevo pacto tributario antes que con la oposición. El diputado Miguel Mellado (RN) le dijo al Diario Financiero que “por mucho que (el Presidente) llegue a acuerdo con los empresarios, si en el Congreso no están los votos, este tema no va a avanzar”. Además, acusó al Ejecutivo de practicar la “vieja escuela política” y de creer “que esto es como en el pasado, que los empresarios mandaban a los políticos”. 

Más recientemente, después que La Moneda asumiera el error de no contactar a la Clínica Las Condes para habilitar una cama pediátrica para una menor que la necesitaba y que falleció a la espera de una disponible, la derecha pidió en bloque la remoción del ahora exsubsecretario de Redes Asistenciales, Fernando Araos. El Partido Republicano fue un poco más allá y optó por un ultimátum al Ejecutivo. 

Los académicos creen que las diferencias de los discursos de la derecha están dadas por el lugar en el que se emiten. La académica de la Facultad de Ciencias Sociales e Historia de la UDP, Nerea Palma, explica que el rol que tiene la derecha en el Congreso es de oposición y este “siempre está suscrito a criticar los errores del Gobierno, y es la que se encarga de destacar cuál sería el camino que debería tener la temática sobre la cual el Gobierno se equivocó”. Por su parte, el académico de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile, Robert Funk, coincide en ello y señala que “hay una diferencia institucional sobre los roles que juegan en el Congreso y en el Consejo Constitucional”. 

Funk sostiene que “es natural que la oposición tome un rol de fiscalización e incluso acusatorio, pero en el Consejo no es así, de hecho sería preocupante”. Ahora bien, advierte que el Consejo todavía está en una etapa de instalación y “hay que ver cómo se va desarrollando el discurso de los encuentros”. Palma estima que ya hay indicios en que se puede ver que el discurso conciliador “no se ha reflejado en actos”, como –por ejemplo– en las presidencias de las comisiones, las que son lideradas solo por la derecha, y en los dichos de Luis Silva en una entrevista al Diario Financiero: “Por qué cresta, siendo mayoría, tenemos que llegar a acuerdos con la minoría”. Ese discurso, precisa la académica de la UDP, “está más en evaluación”. Sin embargo, sí distingue la postura entre Chile Vamos y Republicanos y afirma que la derecha tradicional sí muestra una vocación de liderazgo y no solamente un ánimo golpear al Gobierno, como sí lo hace el partido de José Antonio Kast. 

El académico de la U. de Chile afirma que el discurso de la derecha no se endureció desde el 7 de mayo, sino que post 4 de septiembre, es decir, tras el plebiscito: “Se interpreta, por ambos lados, la idea de que tal vez Chile no cambió tanto”. A modo de ejemplo, alude a la presentación de la reforma de pensiones del Gobierno, que “en general se recibió con bastante calma, pero después del 4 de septiembre la derecha se empieza a poner más exigente”. 

Por su parte, Marco Moreno, desde la Escuela de Gobierno de la Universidad Central, coincide con los otros analistas respecto a que los espacios diferentes exigen distintos discursos y asegura que se trata de una estrategia: “Yo lo llamaría una estrategia de cuerdas separadas”, puntualiza el académico. El término, que se usa normalmente en política exterior, responde a que el Partido Republicano “busca, en el Consejo, defender posiciones ideológicas, doctrinarias y probablemente lo que es más importante para ellos”. A la luz de que es un proceso con menos atención mediática, en el Congreso, donde no tiene mayoría, “busca infligir una derrota al Gobierno, en donde busca la lógica de la alternancia de Gobierno más que ser una alternativa”.  

Desde la Red de Politólogas, la académica de la UAH, Federica Sánchez, apunta que la estrategia tiene sentido. “Es lógico que la derecha más tradicional, en función de sus estrategias de largo plazo, intente moderarse, porque justamente no tiene la necesidad de hacerlo, porque tiene la mayoría”. En el Congreso, contrasta Sánchez, Chile Vamos tiende a radicalizar su postura, pues ve que la ciudadanía “eligió en la última elección a un partido que está más a la derecha”. 

Moreno añade que Chile Vamos busca mantener el escenario polarizado, “porque ese escenario le conviene. Es en el fondo mantener el clivaje del Apruebo y el Rechazo”. El académico apunta a que esa polarización se lleva a cabo de manera emocional, “ellos contra nosotros, con las acusaciones constitucionales o llevando a familiares de las víctimas al Congreso”. Sánchez, en tanto, se suma a esa idea advirtiendo que Chile Vamos está en miras de la elección municipal del próximo año, donde va a pelear contra Republicanos, que hoy no tiene representación territorial: “Van a ir a buscar votantes del mismo sector; cómo Chile Vamos le va a sacar votos a la derecha más radical”, señala.

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