Por estos días se desarrolla el proceso de ascenso a la Corte Suprema del juez de la Corte de Apelaciones de Rancagua, Carlos Aránguiz. El panorama no es demasiado prometedor, ya que en la oposición no hay unanimidad sobre la alternativa. En tanto, se comenta en círculos judiciales que no genera los respaldos necesarios para lograr los 2/3 de los votos que requiere en la Cámara Alta para ser aprobado.
Entre tanta reacción por los resultados de las elecciones parlamentarias, acomodos y golpes de timón en los comandos presidenciales con miras a la segunda vuelta, ha pasado desapercibido el proceso de ascenso a la Corte Suprema del juez de la Corte de Apelaciones de Rancagua, Carlos Aránguiz.
Este martes 26 de noviembre el ministro está citado a exponer ante la comisión de Constitución, Legislación y Justicia del Senado, la que deberá elaborar luego un informe y presentarlo a la sala de la Cámara Alta con su recomendación sobre la nominación presidencial.
Al juez Aránguiz le tocó llevar la causa del polémico “Caso Coimas” en el año 2002, que investigó los pagos a autoridades de la época para ganar concesiones de revisiones técnicas en la VI Región, proceso que destapó la arista de los sobresueldos desde el Ministerio de Obras Públicas. El ministro de la Corte de Apelaciones de Rancagua condenó en su momento al entonces subsecretario de Transporte, Patricio Tombolini (PR), quien luego fue absuelto por la Corte Suprema.
Tras meses de postergaciones en la propuesta y cuando inicialmente existía una suerte de compromiso para nominar al mítico juez de DD.HH., Carlos Cerda, el Presidente Sebastián Piñera optó por proponer a Aránguiz.
Como ahora, su nominación pasó bastante desapercibida, ya que su nombre fue enviado al Senado el miércoles 30 de octubre, horas antes de la segunda jornada del debate presidencial de ANATEL y ad portas de un fin de semana largo de cuatro días.
En la oposición no hay unanimidad sobre el nombre del juez. Hay molestia por el incumplimiento del compromiso de proponer a Cerda –que implicó previamente el ascenso de Gloria Ana Chevesich– y, sobre todo, porque La Moneda recurre nuevamente a la estrategia de ponerlos contra la pared al instalar el nombre de un ministro que llevó causas den corrupción en los gobiernos concertacionistas.
La estrategia es la misma que se usó con Chevesich, propuesta que generó un duro debate y división en la oposición.
Se comenta en círculos judiciales que el nombre de Aránguiz no genera los respaldos necesarios para lograr los 2/3 de los votos (25 senadores) que requiere en la Cámara Alta para ser aprobado y ascender al máximo tribunal del país. Incluso, circuló el rumor de que por lo mismo se barajaba retirar su nombre antes de llegar a la sala para evitar el rechazo de la nominación al magistrado.
