Mark Landis es un hombre con serios problemas psicológicos, pero también un gran dibujante y pintor, capaz de copiar a la perfección cuadros de grandes artistas. Landis guardó durante trece años centenares de falsificaciones, hasta que las comenzó a donar a importantes museos como si fueran obras originales, por mucho tiempo ninguna institución detectó que eran copias falsas, hasta que se cruza en su camino el curador Matthew Leininger.
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