En su peor momento de popularidad y con un equipo político que ya no representa el alma bacheletista, la Presidenta llega a dar la tradicional cuenta pública ante el Congreso Pleno. ¿Qué se espera? Por lo pronto, debería haber un caramelo para la izquierda de la Nueva Mayoría, damnificada tras las señales por empresarios del nuevo ministro de Hacienda y el rechazo de Burgos a la asamblea constituyente. Pero debería ser también la ocasión para generar un punto de inflexión definitivo respecto a su baja en la credibilidad y un intento contundente y concreto por retomar el control de la agenda para remover el escándalo de financiamiento truncho de la política.
