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Abuso sexual, hostigamiento y manipulación: el maltrato en el pololeo que provocó el suicidio de Amira Godoy Guerrero BRAGA

Abuso sexual, hostigamiento y manipulación: el maltrato en el pololeo que provocó el suicidio de Amira Godoy Guerrero

Natalia Espinoza C e Isadora Huaiquilao
Por : Natalia Espinoza C e Isadora Huaiquilao Periodistas El Mostrador Braga / Braga@elmostrador.cl
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El suicidio femicida se refiere a las mujeres que deciden acabar con su vida como consecuencia de la violencia machista que viven, o bien, ante la impunidad de sus agresores y la negligencia de las instituciones que deberían protegerlas, vislumbrando el suicidio como “única salida” al sufrimiento que padecen. A un año de la partida de Amira Belén Godoy Guerrero, una joven de 16 años víctima de maltrato en el pololeo, su madre, Karin Guerrero, comenta sobre el caso, y la demanda de las familias como ella, quienes desean que se tipifique como delito esta arista de la violencia de género.


Actualmente la agenda de género en la justicia ha ido ampliándose debido a las nuevas formas en que se ha expresado la violencia contra la mujer. En este sentido, dentro de lo que abarca la violencia de género ha comenzado a visibilizarse que el daño psicológico puede ser tan grave como el físico y que incluso puede derivar en la muerte de las víctimas

Los casos de Antonia Barra, Francisca Moll y Antonia Garros, han sido algunos de los que han impulsado la concientización de dichas violencias, y debido al trabajo de organizaciones feministas y sobre todo, familiares de las víctimas, hoy tiene un nombre: suicidio femicida. 

Este se refiere a las mujeres que “deciden acabar con su vida como consecuencia de la violencia machista que viven, o bien ante la impunidad de sus agresores y la negligencia de las instituciones que deberían protegerlas, vislumbrando el suicidio como única salida al sufrimiento que padecen”, según define la Red Chilena Contra la Violencia Hacia las Mujeres.  

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El camino ha sido largo, pero finalmente la posibilidad de tipificar esta figura como un delito en el código penal está en discusión en el Congreso. En esta línea, se hace imprescindible no olvidar a las víctimas que están detrás, y por esto, el Mostrador Braga conversó con Karin Guerrero, madre de Amira Belén Godoy Guerrero, una joven de 16 años que hace un año se suicidó tras haber sido víctima de violencia en el pololeo.

Karin describe a su hija como una chica alegre, feminista y con gran personalidad, por esta razón no fue fácil para ella entender por qué Amira tomó la decisión de acabar con su vida, no fue hasta el velorio que se enteraría de lo que sufrió su hija.

“El día que yo la velaba me dijeron lo que su pololo le hacía, porque ahí comenzaron a hablar las amigas. Resulta que este sujeto revisaba sus redes sociales y no la dejaba tener amistades. La fue aislando y sus celos enfermizos no la dejaban en paz. ¿Por qué estás hablando con él? ¿Por qué él te sigue en Instagram?, ese tipo de comentarios le hacía, además de empujones y otros golpes que le provocaron moretones, daños que quedaron registrados en su celular”, relata.

Karin varias veces le preguntó si su pololo tenía que ver con su estado de ánimo, pero ella jamás se lo confirmó. Al enterarse de estos hechos, conversó con la ex psicóloga de su hija, quien le confirmó sus sospechas.

“Teníamos una buena relación entre madre e hija, hablábamos de todos los temas, pero este en particular nunca me lo dijo. Por intermedio de su psicóloga, pude confirmar que sí existía violencia física de parte de él y que ella con sus palabras catalogó esta relación como tóxica, mi hija sabía que estaba mal, pero no sabía cómo salir de ahí”, cuenta.

[cita tipo=»destaque»] No quiero ser más una mala persona [/cita]

La relación de Amira con su ex pololo tuvo una duración de seis meses, él tenía 17 años. En este pololeo, Karin comenta que su hija sufrió de abuso sexual, hostigamiento, control y manipulación, sin embargo, el daño psicológico tuvo un rol principal en el desenlace.

“La hizo sentir tan mal que ella pensaba que nadie la quería, de hecho, sus palabras fueron:  mamá no quiero ser más una mala persona. El sujeto le hacía sentir que ella era la responsable de los problemas que él tenía, de sus inseguridades. También me enteré de que cuando estaba molesto, la obligaba a tener relaciones sexuales. Toda esta información la fui recabando después que mi hija no estaba”, afirma.

Al conocer estos hechos, Karin comenzó a organizarse, movilizarse junto a organizaciones feministas para visibilizar lo que sufrió Amira. En el camino, ha forjado lazos con más familiares que experimentaron la misma situación. 

“Me he encontrado con más personas quienes han vivido exactamente lo mismo que yo, como la madre de Antonia Barra, que fue uno de los primeros casos que se dio a conocer a la luz como suicidio femicida. Luego también Rosa Elena, madre de Francisca Moll, con la cual empezamos a hacer lazos. En paralelo, estoy en un grupo que se llama Hermanas(os) en el dolor, donde habemos madres de femicidios y suicidios femicidas”, cuenta.

Por el reconocimiento legal del suicidio femicida

Karin se ha movilizado acompañada de abogadas y numerosas redes de mujeres, entre ellas, el Memorial Feminista y el Colectivo Sororas y Revolucionarias, ambas organizaciones estuvieron presentes en la conmemoración de la muerte de su hija el pasado fin de semana. En la instancia, se recordó a Amira íntimamente, pues ella también era activamente feminista.

Así lo afirma la integrante del memorial, Francisca Rusque, “si bien fue una jornada sumamente dolorosa y emotiva, también fue muy bonito poder recordarla como era ella. Desde el apañe feminista, desde la calle y la rebeldía. Porque también era una luchadora, era una compañera que lamentablemente fue víctima de la violencia feminicida. Fue víctima de una de las expresiones más invisibilizadas de la violencia de género, el suicidio femicida”, señala.

Desde la vocería de Sororas y Revolucionarias, sienten que era necesario estar junto a “la guerrera Karin”, porque “su pena es la de todas y juntas podemos lograr que algún día, lo que vivió Amira tenga justicia, porque el suicidio feminicida sí existe y es la forzosa escapada a la tortura de la culpa, al acoso y la amenaza que muchas viven con vergüenza, miedo y horror, por lo que creemos que es nuestra obligación luchar para que se tipifique con penas, pero para eso tenemos que exigirlo con fuerza y organización, porque si tocan a una, respondemos todas”, aseguran.

Al respecto, durante la primera semana de marzo, estas organizaciones junto con otras, hicieron entrega de una carta a la ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Antonia Orellana, demandando la tipificación penal del delito que les arrebató a sus hijas. “La problemática es que cuando una mujer muere solamente se investiga si hubo participación de terceros, no se llega a la raíz de por qué una mujer decide acabar con su vida, que generalmente, es por violencia de género”, explica Guerrero.

Este es un punto muy doloroso para ella como madre, porque en el ámbito legal del caso de su hija, hizo todo lo que estuvo a su alcance, entregó el teléfono, se presentaron testigos “y el caso está ahí, no archivado, pero en standby porque no hay pruebas suficientes. Y esa es la discusión, que nunca son suficientes las pruebas cuando una mujer es violentada”, asegura.

Rusque coincide en el punto anterior y expresa que aún teniendo alrededor de 15 casos registrados en el país, dentro de sus catastros, aún no existe una ley que tipifique este tipo de violencia y “los agresores siguen gozando de impunidad, no existe castigo para ellos, porque en el caso de Amira y en el de muchas otras víctimas de suicidio feminicida, no fue solo la inducción al suicidio, también existió con anterioridad violencia psicológica, física, sexual, económica, entre otras”.

  • [*] Este artículo describe o contiene elementos de un proceso judicial en curso. Existe la posibilidad de que los cargos o hechos sean desestimados al finalizar la investigación o el proceso, por lo cual NO se debe considerar al o los mencionados como imputados como culpables, o los hechos como fehacientes sino plausibles, hasta que la Justicia respectiva dicte sentencia.
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