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Crítica de cine: “Francotirador”, la espera de la desolación La película dirigida por Clint Eastwood se postula en seis categorías de los Oscar 2015

Crítica de cine: “Francotirador”, la espera de la desolación

Intenso y crudo, el filme del histórico realizador estadounidense –ganador de cuatro premios de la Academia durante su trayectoria- se apoya en los siguientes bastiones artísticos: la actuación protagónica de Bradley Cooper (una sorpresa y una confirmación de su talento), la pulcritud del libreto, la exactitud del montaje, y la clara acústica del diseño y la edición del sonido (impecables entre tanto ruido ambiental, bombas y disparos). Escenificada en los combates urbanos de la invasión norteamericana a Irak, e íntegramente basada en la autobiografía del militar de elite, Chris Kyle, esta cinta viene a respaldar una frase que ya se transformó en dogma: su autor es un “clásico” de la filmografía contemporánea.


“Siento el aliento de la violencia que me empuja hacia el abismo, como un barco en los bordes del mundo, y no puedo lamentar nada ni sentir nada, llegaré hasta el final, haré lo que debo hacer. Las miradas muertas y las heridas ensangrentadas me acompañan como el fusil”.

Mathias Enard, en La perfección del tiro

francotirador1La vigencia cinematográfica de Clint Eastwood (California, 1930), sólo es comparable, en esta década y en estas alturas, a la persistencia de estrenar un título anual, que es una firma y una característica de Woody Allen. Tiene 84 años de edad, pero sus ambiciones parecen las de un joven creador: desde 2003, ha producido parte esencial de sus créditos como director: Mystic River (de esa última temporada), Million Dollar Baby (2004), Gran Torino (2008), Invictus (2009), J. Edgar (2011), y ahora Francotirador (American Sniper, 2014).

Su cámara y su estética han sido calificadas de “conservadoras”, pero aún así, tuvo la audacia de editar un filme como Jersey Boys (2014), en el que la deuda a Martin Scorsese resultó inaudita, y si cabe la expresión, reveladora. En este mes de febrero vuelve a la carga de nuestra cartelera, con una obra que muestra lo mejor de sus inquietudes temáticas, y cuyo lenguaje fílmico ajusta diversos estilos, en un deseo de exhibir las fortalezas de su abanico técnico (la fluidez narrativa de sus historias, la concordancia de éstas con el montaje y la calidad del diseño de sonido de sus piezas); exponer algunos guiños reconocibles del género bélico, y también un persistente despliegue de primerísimos planos, con el objetivo de realzar, en esta oportunidad, la dimensión épica y dramática del atractivo argumento.

En Francotirador, Eastwood lleva a la práctica la columna de su pensamiento audiovisual, empezando por la concentración de sus expectativas artísticas, sobre el personaje inspirado en la figura real de Chris Kyle (1974 – 2013) -un integrante de las SEALs (una fuerza guerrera especial y de elite) de la Armada de los Estados Unidos-, y quien fuera conocido por ser el ejecutor a distancia más letal en la historia militar de la nación norteamericana. Kyle sirvió en la Marina, durante la invasión y la posterior campaña de conquista en Irak, que siguió al derrocamiento de Saddam Husein (2003 – 2009).

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Esa peculiaridad –la de contar el relato de un hombre inserto en la más importante conflagración de principios de siglo-, sumada al contexto bélico general de la trama, hace que los esfuerzos cinematográficos del director se remonten a sus inicios en los géneros western y policial; en el desarrollo de los cuales, el asimismo famoso actor, comenzó a hacerse de un nombre y de un prestigio, al frente y detrás de las cámaras.

Sin embargo, mucho tiene que alegar, en torno a la valía del presente crédito, la actuación protagónica de Bradley Cooper, en el papel de Christopher Scott Kyle. Su interpretación es cabal en todas las facetas humanas y dramáticas que se le pueden asignar a un hombre que ejerce como militar, pero que igualmente fue hijo, hermano, granjero, un vaquero de Texas, un esposo preocupado, un ciudadano de fervorosas creencias religiosas, y un generoso voluntario que pereció en manos de un camarada de armas, al que intentaba ayudar en su tratamiento psicológico y de reinserción social.

Cooper es uno de los mejores actores estadounidenses de la actualidad junto a Leonardo Di Caprio y Ben Affleck, y parte del registro que muestra en esta cinta, ya pudimos observarlo en Silver Linings Playbook (2012): Bradley, además de ser un galán al que no le entran balas, puede encarnar con facilidad a sujetos frágiles y sensibles, quienes se hayan al borde del colapso nervioso, y quienes se encuentran heridos por las perdidas amorosas y el abandono familiar y afectivo.

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En Francotirador, sin ir más lejos, su personificación exhibe cada uno de esos rasgos, a los que se añaden la frialdad y la letalidad, de un disparador que debía eliminar a cualquier objetivo humano, que representara una amenaza para los Marines. Los que en las calles de las ciudades iraquíes, tenían la orden de limpiar puerta a puerta a sus enemigos, quienes en ocasiones eran mujeres y niños imbuidos del fanatismo propio de una causa que para ellos era santa y sagrada.

El lente de Eastwood recurre a la aproximación de los primeros planos y a una fotografía y a una dirección de arte que recoge y compuso con un esmero que se percibe, la desolación de sus cuadros, bajo la luz quemada del Medio Oriente. Aquello, para estimular esa encrucijada ética y emotiva, que guardaban los pensamientos de Kyle, descubiertos a la subjetiva perspectiva del espectador, sentado en su butaca: asesinar o no a un menor, en un dilema que nacía a cada segundo de combate, tan sólo si aquél muchacho tomaba una pistola, una granada o un lanzacohetes, y en consecuencia, el en apariencia inofensivo adolescente, podía apuntar a las tropas norteamericanas, y entonces, su acción derivar en una baja para las filas invasoras.

La mirada del realizador, acerca de la Guerra de Irak, en ese sentido, es sincera y crítica con respecto a la actuación de su país en el conflicto, pese a que el guión del filme se basa en el libro autobiográfico American Sniper, debido al testimonio vivencial y radical del mismo Chris Kyle, y quien se apoyó en un par de autores expertos para redactar el texto: en Scott McEwen y en James Defelice.

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Por ende, no deben extrañarnos los diálogos del libreto que exaltan el patriotismo de los soldados norteamericanos y la invocación a principios cívicos y políticos, que podrían etiquetar al legendario francotirador, como un militante conservador y republicano, en el esquema socio-partidista de los Estados Unidos (su convicción en los lemas de Dios, familia y nación, por ejemplo); pues no debemos olvidar, que esencialmente estas reflexiones, se inspiran en las memorias reivindicatorias y expurgatorias de un profesional de la milicia, al que se le adjudican 160 víctimas oficiales y un balance de 255 blancos acertados, según otras versiones no confirmadas.

En sus paradigmas netamente cinematográficos, lo mejor de Francotirador se deslinda, como ya lo insinuamos, en la posibilidad narrativa y audiovisual de recrear el enfrentamiento sostenido entre un ejército regular por un lado, y por combatientes dispersos y organizados a modo de células, alrededor de múltiples frentes de guerrilla citadina, en el otro (una coyuntura moderna, actual y contemporánea). El relato es ágil, intenso, enhebrado con exactitud, sin baches ni errores, como si de una crónica periodística se tratase, y captura la atención desde la secuencia inicial, con sus flashbacks, saltos temporales, y cambios de ambientes y puestas en escena.

Así, la cámara, sin pretensiones “macros” ni documentalistas, observa la batalla (una matanza donde se disputa algo más que una posición geopolítica), bajo el vistazo personalísimo de su protagonista -el dueño de unas cualidades estratégicas y resolutorias, legendarias-, tanto para sus compañeros como para sus contrincantes: ahí, entonces, es cuando el ojo de Clint Eastwood, enfoca la intimidad del guerrero solitario (en la líneas de sus mejores western), retrata sus pensamientos, y la cotidianidad de un grupo de hombres que lucha por sobrevivir, lejanos a cualquier consideración ideológica, mientras en otros lugares del mundo, nunca tan lejanos gracias a la tecnología y a los celulares, sus compatriotas respiran una tranquila y pasmosa cotidianidad. Encuadrar verazmente ese contraste, es un acierto del autor.

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En el rol de la esposa de Chris Kyle –y configurando una permanente voz de su conciencia-, tenemos a una irreconocible Siena Millar (esto más que nada debido a su look y al color de su pelo): pero creíble en su papel de sencilla “dueña de casa”, y demostrando, nuevamente, la pluralidad de un ramillete que la sitúa como una intérprete madura y en plena propiedad de sus fueros actorales.

Hay que apostarle sus fichas a Francotirador, de cara a los Oscar 2015 (compite, entre otras seis nominaciones, por los galardones a mejor película y el premio mayor al actor estelar). Méritos estéticos exhibe, Eastwood es un hábil hacedor de cintas loablemente construidas en su propuesta de conjunto, el trabajo de Cooper fue uno de sus más esforzados (hasta cambió la fisonomía esbelta de su cuerpo, por la fornida y musculosa de un gladiador), y su argumento puede enamorar a la Academia: sin ser un homenaje declarado, por lo menos justifica una de las gestas políticas y militares menos populares de la historia norteamericana. Y eso, los financistas de la gran industria, los que finalmente subvencionan a Hollywood, lo valoran y lo agradecen.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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