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La bitácora del doctor Höfer: Esperando el rescate CULTURA|CIENCIA

La bitácora del doctor Höfer: Esperando el rescate

En la sexta y última entrega de su viaje por la Antártica a bordo del rompehielo noruego «Kronprins Haakon», el científico español del centro investigador chileno IDEAL finalmente emprende el regreso, no sin antes vivir una experiencia sobrecogedora en isla Decepción.


Los días de actividad más frenética quedaron atrás mientras navegábamos de regreso al estrecho Bransfield en la península Antártica. En enero dejamos instalados una serie de sensores en nueve puntos del estrecho, que recogieron de forma continuada información de gran calidad. Esto nos permitirá conocer los cambios a pequeña escala temporal (horas y días) en las condiciones del medio o la cantidad de kril presente en la zona.

Estos datos por si solos son muy interesantes, pero representa una oportunidad única si además los podemos relacionar con la información sobre el comportamiento de los pingüinos en colonias cercanas (trabajo realizado por los colegas en tierra).

Por eso, aunque ya hemos realizado la mayor parte del trabajo nadie se relaja. Además de los datos (muy importantes), está el precio muy elevado de los equipos sumergidos. Cuando los primeros equipos se ven flotando en la superficie dejamos de contener la respiración.

Buen presagio

Los dos primeros sistemas están a bordo y eso parece un buen presagio. No obstante, uno nunca puede confiarse y el quinto sistema decide rebelarse y somos incapaces de comunicarnos con los equipos sumergidos. Tras una serie de intentos se decide continuar con los siguientes antes de que se vaya la luz del sol.

Cuando los siguientes equipos asoman resoplamos aliviados de nuevo. Sólo uno de nueve nos ha dado problemas. No está mal. También se aprovecha el tiempo durante la noche, aquí nunca se para. Como durante la noche no podemos «pescar» el equipo sumergido, se decide realizar seis estaciones de muestreo durante la noche.

Esto nos permitirá comprobar cómo ha cambiado el ecosistema en los 40 días transcurridos desde que pasamos por esta zona, pero hace que nos pasemos toda la noche sin dormir.

Experiencia sobrecogedora

A la mañana siguiente, y mientras terminamos de filtrar el agua colectada durante la noche, pasamos por los fuelles de Neptuno para entrar en la laguna interior de la isla Decepción. Es la segunda vez en mi vida que accedo al interior de esta isla, pero aun así la experiencia me resulta sobrecogedora.

Decepción es un volcán activo y a donde hemos entrado es su caldera. El volcán hizo erupción en 1967 y 1969, y causó graves daños, como por ejemplo la destrucción de la base chilena en la isla. Hoy en día es una de las zonas más visitadas por los turistas antárticos, por razones obvias, pero en nuestro caso no es la belleza del paraje lo que nos trae hasta aquí.

En la zona este de la isla hay un pequeño campamento. Ese campamento ha sido el hogar de dos colegas durante 90 largos días y ya ha llegado el momento de recogerlos a ellos, así como todo el material y residuos. Nada queda detrás y todo lo que vino se va de vuelta.

Así que tenemos la suerte de poder bajar a tierra para ayudar en la cadena humana que mueve equipo, bultos, residuos y más bultos desde la zona de acampada hasta la playa. Luego con ayuda de un bote todo se lleva hasta el rompehielos que lo transportará todo de vuelta a Noruega. Muy cansados y sin dormir disponemos ahora de un par de horas para pasear por la isla y es algo que de verdad agradecemos. Después de tantos días embarcados uno agradece poder caminar un rato.

Regreso tranquilo

Con todo el material y personal de vuelta en el buque es hora de ir a «pescar» los equipos que aún están sumergidos en el fondo del estrecho. La maniobra se demora unas horas, pero por fortuna todo sale bien. Ahora con todos los equipos recuperados ponemos rumbo de vuelta a Punta Arenas y por el medio tendremos que pasar de nuevo el temido paso Drake.

Hace dos meses, cuando bajamos, nos enfrentamos a olas de unos ocho metros, así que todo el personal está expectante por saber si ahora será igual. Pero esta vez Poseidón está de nuestra parte y la meteorología nos confirma que será una vuelta a casa tranquila. Mientras navegamos hacia el norte contemplamos los últimos icebergs de este verano.

En el viaje de regreso todo el cansancio acumulado se apodera de nosotros, mientras escribimos los informes finales del crucero. Pero lo peor para mí es ver el Cabo de Hornos, porque eso me hace pensar que faltan diez largos meses hasta que pueda regresar.

Primera entrega: La furia de las olas

Segunda entrega: Arrancando motores

Tercera entrega: Orcadas del sur, un barrio concurrido

Cuarta entrega: La bitácora del doctor Höfer: ¿la población de kril está bajo amenaza?

Quinta entrega: El kril nos mantiene en vela, toda sea por la investigación

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