NUEVA CONSTITUCIÓN
Crédito: ATON
En la séptima entrega de un panel cualitativo que sigue el relato de dos grupos de personas en torno al proceso constituyente, elaborado por Subjetiva y Contexto, se afirma que «la coyuntura sustenta un estado de ánimo positivo en los participantes: mejora en la situación sanitaria conlleva mejores expectativas laborales; resultados considerados tranquilizadores de las primarias y la instalación de la Convención Constituyente». Los dos grupos –uno de mujeres y otro de hombres, ambos con 6 integrantes, y de amplio espectro etario y socioeconómico– señalan que «el trabajo de la Convención concreta la demanda de diversidad que se venían expresando a largo de esas conversaciones», con la instalación de comisiones paritarias, «lo que surge de una crítica a la política tradicional y sus modelos de representación (ellos vs. nosotros). Ello es lo más valorado, por sobre los problemas derivados de la instalación de la Convención». También hay temores por posibles conflictos, como los que pueda originar el Gobierno, ya que –a su juicio– están administrando la Convención «a regañadientes». En este contexto aparecen las figuras de Elisa Loncon y Jaime Bassa.
A un mes del inicio de Convención Constitucional, las expectativas de la ciudadanía han cambiado durante el transcurso de estos días. Al comienzo, había cierta incertidumbre por la labor de los 155 constituyentes, pero según un estudio elaborado por Subjetiva y Contexto, basándose en focus group con la comunidad, esto cambió.
En su séptima entrega de un panel cualitativo que sigue el relato de dos grupos de personas en torno al proceso constituyente, afirman que «la coyuntura sustenta un estado de ánimo positivo en los participantes: mejora en la situación sanitaria conlleva mejores expectativas laborales; resultados considerados tranquilizadores de las primarias y la instalación de la Convención Constituyente. Si bien, la instalación misma entrega certezas al proceso, la discusión del funcionamiento y otros temas aportan la cuota de incertidumbre que ha sido la constante desde agosto 2020».
En esa línea, los dos grupos –uno de mujeres y otro de hombres, ambos con 6 integrantes, y de amplio espectro etario y socioeconómico– concluyen que «el trabajo de la Convención concreta la demanda de diversidad que se venía expresando a largo de esas conversaciones», con la instalación de comisiones paritarias, » que surge de una crítica a la política tradicional y sus modelos de representación (ellos vs. nosotros). Ello es lo más valorado, por sobre los problemas derivados de la instalación de la Convención».
«El rasgo más destacado en la instalación de la Convención es la concreción del Chile real con sus diferencias étnicas, sociales o de género), aportando desde cada de esas experiencias a la discusión. Esto se plantea en la conversación como un hito en la búsqueda de un cambio de en los modelos de representación política», añaden.
No todo es positivo según la gente, ya que también vislumbran focos de conflicto, lo que, por otro lado, «se reconoce como el origen de la Convención. Interesante cómo se observan dos relatos en torno a su evolución: quienes esperan que se reduzca finalmente y apuntan al rol de los medios; mientras que otros asumen que ese conflicto no desaparecerá y más bien hay que ver mecanismos para su regulación».
«Existe consenso al distinguir dos tipos de conflictos: un referido a las formas, de corto plazo, de carácter mediático y más bien superficial; frente a otro de corte ideológico como el fondo que divide a la Convención», dicen.
También hay críticas al Gobierno. «La expectativa acumulada en torno a la Convención matiza de alguna manera las críticas a los obstáculos o disputas de los primeros días. La idea de un inicio amplia y largamente anhelado prima en los relatos, extiende el plazo de las expectativas por los primeros avances, aunque no oculta ciertos temores en torno al normal desarrollo de la Convención».
«Se acusa de cierta negligencia del gobierno, quién estaría administrando esto a ‘regañadientes'», añaden.
En esa línea, «los liderazgos de Elisa Loncon y Jaime Bassa se perciben como herramientas para canalizar el conflicto, aunque siempre con la amenaza latente que la contingencia desvíe el curso de su quehacer».
«Hay una expectativa positiva tanto respecto de Elisa Loncon como de Jaime Bassa para enfrentar las controversias, pero también los intereses y grupos que surgen dentro y fuera de la Convención. En los focus anteriores se expresaba el temor respecto de la presión que pudieran ejercer ciertos grupos de interés respecto de la Convención», dicen.
«La expectativa de la participación ciudadana ha estado latente en todo este proceso; hoy cobra mayor sentido como una manera de legitimar el trabajo y el resultado de la Convención», afirma el estudio.
Entre las expectativas, sigue asegurar la legitimidad, pero desde un estrato superior: «Lograr la mayor legitimidad no solo para la nueva Constitución, sino al proceso que la hizo posible. Existe la idea de que hay consensos técnicos importantes, pero ello no es suficiente para lograr la aprobación final en el plebiscito de salida».
Otra expectativa general de la ciudadanía tiene que ver con la idea del origen del proceso constituyente, ya que hay un desfase entre la Constitución y los cambios sociales que se venían gestando. «Surge así un relato sobre la adaptabilidad o cambio de la Constitución, de manera que sea capaz de asumir los cambios que se van sucediendo con mayor rapidez. Se cuestiona así la idea mas tradicional de una Constitución cuya fortaleza está en su inmutabilidad a cualquier evento», indican.
