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“Cartero de falacias y mentiras”: las duras críticas que dejan sin piso científico a Couve y poco margen político CULTURA|CIENCIA

“Cartero de falacias y mentiras”: las duras críticas que dejan sin piso científico a Couve y poco margen político

El ministro Andrés Couve partió como caballo inglés. De tener a gran parte de la comunidad científica de su lado, cuando fue elegido como el primer secretario de Estado de la recién creada cartera de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, y de cargar grandes expectativas sobre sus hombros, el neurocientífico pasó a ser calificado de cómplice de “procedimientos científicamente aberrantes”, de “traidor” y de avalar decisiones no basadas en la evidencia. Su cuestionado rol en la pandemia y su silencio ante las violaciones de los Derechos Humanos durante el estallido social, han hecho que perdiera gran parte del piso en el mundo de la ciencia. Pero no solo de allí. En el Gobierno su evaluación no es mucho mejor. Fuentes de Palacio aseguran que, más que como científico, Couve es visto como un “burócrata” e “incapaz de tomar decisiones” sin tener que armar antes comisiones o que revistan un mínimo de riesgo.


El ministro de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Andrés Couve, está sin piso. Un amplio espectro de académicos y científicos perdieron toda confianza en él, lo acusan de “traicionar la ciencia”, de “cómplice”, de “cartero de falacias y mentiras” y de apoyar decisiones no basadas en la evidencia. Un pecado capital en el mundo de la ciencia y una práctica habitual en la política.

Le reprochan su comportamiento en la pandemia y en el estallido social. Pero sobre todo le cuestionan su respaldo a los “procedimientos científicamente aberrantes y éticamente inaceptables” del exministro Jaime Mañalich. “Difícilmente podrá volver a la ciencia, al menos no en Medicina de la Chile, donde nadie lo quiere ver”, aseguran fuentes de esa casa de estudios.

Pero aun cuando haya abandonado –aseguran– uno de los principios rectores de la ciencia, que es dar crédito solo a los hechos basado en la fuerza de la evidencia, para apoyar públicamente controvertidas interpretaciones del exvocero gubernamental en la gestión de la pandemia, con el fin de abrirse un espacio en el poder, en La Moneda su evaluación no es mucho mejor. Lo consideran “un burócrata”, “incapaz de tomar decisiones sin armar comisiones” y sin carácter.

Uno de los momentos complejos en el Gobierno se dio cuando le tocó dirigir la creatividad científica para crear respiradores artificiales. Se realizó un concurso, donde se identificaron los mejores prototipos y, cuando llegó la hora de buscar la certificación para ser usados en Chile, Couve evadió la responsabilidad para que fuera otro ministerio el que coordinara las certificaciones. La dilación contribuyó a que los prototipos nacionales no se pusieran de inmediato a disposición de los hospitales.

De las expectativas a la desilusión

Hasta el 18 de octubre la relación entre Couve y sus pares era relativamente buena, y el ministro –reconocido como brillante entre sus colegas del mundo de la neurociencia– se preparaba para un rol estelar en la cumbre ambiental COP25 a realizarse en diciembre en Santiago.

Sin embargo, los hechos de los últimos ocho meses dinamitaron todo aquello. La cumbre finalmente se realizó en Madrid, sin pena ni gloria, y hoy, en los hechos, la comunidad científica confiesa su desilusión. Las expectativas no eran menores. Que defendiera un aumento en el presupuesto de ciencia con la misma fuerza con que firmó una declaración bajo el Gobierno de Bachelet, en que acusó al Estado de “preferir la ignorancia, y que la evidencia científica y el conocimiento fuera valorado en la toma decisiones, y que fuera el representante de un amplio espectro del mundo científico en materia de financiamiento”.

Aun cuando una reducida parte del establishment científico, como Cecilia Hidalgo, Premio Nacional de Ciencias Naturales y presidenta de la Academia Nacional de Ciencias, aún respalda al biólogo de la Universidad Católica que dirigió por siete años el Instituto de Neurociencia Biomédica (BNI) de la Universidad de Chile, otro grupo, en cambio, comenzó a alejarse de él a raíz de su silencio frente a las violaciones de los Derechos Humanos que dejó a cientos de personas con mutilaciones oculares o derechamente ciegas por disparos de Carabineros.

Por otro lado, los cuestionamientos a Couve se vincularon también con la postura del Ejecutivo de no tomar decisiones basadas en la evidencia.

Por ejemplo, cuando se informó desde la Universidad en Chile sobre la composición de los balines que usaba Carabineros, el Gobierno puso en duda dicha información ante Naciones Unidas en Ginebra, en medio del silencio de Couve.

El ministro tampoco habló cuando salió el informe de “Big Data”, encargado por el empresario Andrónico Luksic a una empresa española, y luego entregado al Gobierno, donde, entre otros factores, se atribuyó a la cultura del pop coreano un papel en el estallido social.

“Prefirió las luces y la atención mediática de la fallida COP25, donde si bien convocó a un grupo transversal de científicos para elaborar informes valiosos, no tuvo ni el liderazgo ni la capacidad de enfrentarse a la visión pro empresa de la ministra del Medio Ambiente”, sostiene Felipe Villanelo, investigador en ciencias biológicas y miembro de la ACIC.

Los impulsores de la carta

Ocho meses después del estallido, entre los científicos que elevaron sus voces en octubre, las diferencias con el ministro se han agravado por su respaldo al exministro de Salud, Jaime Mañalich, en el tema de datos. Así, pasaron de criticarlo a derechamente pedir de manera pública su salida, mediante una carta abierta, y comenzaron a recolectar firmas.

La misiva fue una iniciativa de un grupo de profesores de la Universidad de Chile, los Académicos Autoconvocados (AAU), quienes luego fueron sumando apoyos de docentes de otras casas de estudios.

Entre los que ahora solicitan la baja de Couve figuran personalidades del ámbito de las ciencias sociales, pero también científicos de sólida carrera.

La misiva es firmada por el historiador Sergio Grez y la socióloga María Emilia Tijoux y asimismo por investigadores como el expresidente de la Sociedad de Microbiología de Chile, Nicolás Giuliani, la académica Mercedes López, del Instituto Milenio de Inmunología en Inmunoterapia, y el matemático Claudio Gutiérrez, que ya lo había interpelado por su papel en el estallido.

“Nadie está exento de cometer errores de gestión. Lo que se le critica a Couve son comportamientos que van contra la ética profesional, como la manipulación y ocultamiento de cifras, y que él estuvo ahí para cubrir y avalar con su autoridad científica”, apunta Grez.

El historiador critica a un Gobierno que carece de “integridad y transparencia” por una crisis “que tiene responsables y nombres” y solo ha velado “por los intereses de los grandes empresarios”.

Problemas de datos

Su principal crítica es que Couve fue el soporte científico del manejo de datos de Mañalich. Entre ellos, la entrega de una cifra de fallecidos al interior de Chile (unos 3 mil) y otra, muy superior, a la Organización Mundial de la Salud (unos 5 mil).

Para muchos, Couve jugó al principio un rol más bien neutral, donde a la interna intentaba transmitir que él hacía todo lo posible por aportar, pero Mañalich era quien no consideraba sus recomendaciones o requerimientos. Sin embargo, luego comenzó a apoyar activamente al Gobierno, en prensa y en sus redes.

Uno de los momentos de mayor tensión fue cuando Mañalich desligó responsabilidades en los modelamientos que, a su juicio, lo “sedujeron” con pronósticos que lo hicieron equivocar. En ese minuto, desde el mundo de la ciencia, se esperaba que Couve saliera a defender el trabajo de sus pares, de la evidencia, pero el ministro optó por respaldar al entonces ministro de Salud, a la vez que concedía una entrevista en la Revista Ya, en que reveló dónde estaban sus prioridades.

En el tema de los datos, por ejemplo, dijo que era imposible entregar tanto detalle –cosa que sí se ha ido haciendo a medida que aumenta la presión– y que los datos publicados eran de buena calidad –hoy se sabe que han tenido un constante cambio de criterios y definiciones, no siempre ciñéndose a las recomendaciones de la OMS o, incluso, de las mismas mesas que ellos formaron–.

“Constantemente entregó una falsa sensación de aporte, ya que este ministerio no aportó ningún dato extra, aparte de los pocos entregados por el Ministerio de Salud. Los informes de modelamientos y cuarentenas que se fueron haciendo públicos, y se supone que eran insumos para el Gobierno, eran de grupos específicos que, si bien participaban de la mesa de datos, no lo hacían gracias a este espacio”, critica Villanelo, otro de los firmantes.

Para él, el tema del conteo de fallecidos es escandaloso y viene a poner la guinda de la torta a una gestión totalmente alejada de lo que el propio Couve instaló al ser nombrado ministro: que el conocimiento y la evidencia estarían en las políticas públicas. Esto, aparte de su silencio en temas que el La Moneda instaló y que eran totalmente contrarios a la evidencia disponible: “Inmunidad de rebaño”, “nueva normalidad” y otros conceptos que solo aportaron confusión.

El ministro de Ciencia “salió, una tras otra, avalando y apoyando los datos, la metodología y la estrategia” de Mañalich, critica Giuliani, expresidente de la Sociedad Chilena de Microbiología y que también suscribe la señalada carta.

“En algún momento debería haber golpeado la mesa y no seguir siendo cartero de falacias y mentiras. Es un científico brillante dentro su generación, por lo tanto, en algún momento debe tener claro lo que está pasando con el ministro de Salud, su estrategia y sus ‘reportes’. No digo que él mintió; sí que en cada una de sus tomas de palabra validó y legitimó a Mañalich”, agrega.

“Traicionó a la comunidad científica, traicionó a la ciudadanía y, en este sentido, es cómplice una vez más desde su silencio de la situación sanitaria catastrófica donde nos encontramos”, remata.

Un ejemplo paradigmático es que en marzo Couve llamó a una especie de mesa social a algunas organizaciones de investigadores, para conocer su opinión luego de una misiva enviada, donde se reclamaba participación en las acciones ante la crisis sanitaria. Sin embargo, dicho espacio nunca se concretó formalmente y las organizaciones quedaron esperando.

Una oportunidad perdida

Cuando vino la pandemia de COVID, la ciencia estaba llamada a tener un rol preponderante. Muchos científicos, especialmente los seniors, hicieron a un lado sus diferencias y ofrecieron su conocimiento y experiencia al Gobierno para aportar a solucionar la crisis por el virus. Varios de estos se integraron en algunas de las mesas o comités asesores de los ministerios de Salud o de Ciencia.

Asimismo, diversos laboratorios de investigación se sumaron a una red que aumentó las capacidades de hacer test de PCR para COVID, organizados por la subsecretaria Carolina Torrealba. Algunas sociedades científicas y médicas, como la Sociedad de Epidemiología o la de Médicos Intensivistas, han tenido un rol activo en medios, pero mucho más crítico, evacuando recomendaciones o informes paralelos a los de la autoridad.

Sin duda, el trabajo del ministerio para coordinar universidades y centros de investigación para colaborar con el diagnóstico por PCR de SARS-CoV-2 fue un aporte. No obstante, su política en el tratamiento de los datos, de manera tal que no se pudieran hacer los mejores modelos para enfrentar el avance de la pandemia, fue desperdiciar una capacidad instalada en Chile, comenta José Manuel Jiménez, secretario de la Asociación Nacional de Estudiantes en Posgrado (ANIP).

Este científico recuerda que el Reino Unido cambió su estrategia cuando modelos epidemiológicos develaron la tragedia que se les venía si no tomaban medidas de aislamiento mucho más duras. Pero Chile no lo hizo.

“Finalmente, el trato ambiguo y poco claro con los datos de fallecimientos conlleva una falta de confianza de la comunidad científica y médica y más aún en la ciudadanía, reflejando que son las decisiones políticas de este Gobierno las que han llevado a este aciago escenario”, remata Jiménez.

 

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